domingo, 1 de abril de 2012

El ninot

Hace frío en esta habitación, mi ropa es ligera, aunque me pese como si cargara toda la soledad del mundo. Mis pies están sujetos, me es imposible huir. Miro a mi alrededor, todo está preparado. Oigo pasos, tiemblo de miedo y emoción, creo que vienen ya…mi fin está cerca. Siento arder mi piel de cartón y el brillo rojo–anaranjado del fuego…lo sé, era mi destino y debo estar feliz por ello. Una cámara de turista tomará mi última imagen, antes de que esta oscuridad estalle en llamas…
Él se fue... siempre vuelvo, dijo... el tiempo dirá... Pero el tiempo no dijo nada, se quedó sin palabras, sin cara, sin recuerdos... sólo su plato quedó intacto... ahí, encima de su cabeza. A veces daba vueltas, otras empujaba hacia abajo, presionando todo su ser... Era su seña de identidad, él (lo supo más tarde) lo hacía siempre. Así encontró más mujeres con un plato en la cabeza, él los hacía girar, ellas creían que cuando dejara de hacerlo, volvería para darles impulso, como un malabarista... Pero lo dejó dando vueltas... en su cabeza, en otras cabezas... Él se había ido para siempre, pero ella no lo supo... Se fue a buscar a otras mujeres, otras cabezas... donde hacer girar sus platos...